Perversión en la obra de Freud y Lacan
Conocemos la tripartición que Lacan opera de la clínica. Partiendo de la consigna “Retorno a Freud”, interroga e investiga el Complejo de Edipo y su operador lógico, el Complejo de Castración. Lacan explora la semiologia freudiana a partir de la metáfora paterna, los nombres-del-padre, la père-versión y el sinthome como operaciones del parlêtre ante la castración.
En el seminario 16, Lacan presenta la posición del sujeto perverso como la identificación con el objeto a para servir, de esa manera, como instrumento del goce del Otro. Si realizáramos un diagnóstico diferencial, la Neurosis presentaría una clínica de la pregunta, las psicosis se plantean como una clínica de las respuestas y en el perverso habría una clínica de la demostración.
En las neurosis se constituye un cuerpo vaciado de goce, el goce queda fuera del cuerpo, pero también, fuera del Otro. En el caso de las psicosis, por el contrario, se presenta, o bien una invasión de goce en el cuerpo (esquizofrenia) o bien la identificación del goce en lugar del Otro (paranoia). En síntesis, para el psicótico el goce es un problema, ya sea en el cuerpo, o en el Otro. En el perverso, el goce esta perdido, como en la neurosis, pero hay una voluntad de goce, la orientación hacia la recuperación del goce. A diferencia del psicótico, en el neurótico y el perverso el goce está separado del cuerpo y separado del Otro, pero en este último, esta es la fórmula de lacan, su posición subjetiva está orientada a recuperar ese goce perdido y devolverlo al Otro.
Neurosis, Psicosis, Perversión son estructuras subjetivas. Hombre y Mujer, también. El masculino es el sexo débil respecto de la perversión. La función del fantasma en la neurosis es la de sostener el deseo, en el perverso, voluntad de goce. El neurótico otorga al fantasma el papel de sostener su deseo desfalleciente, porque no dispone de un deseo fuerte o decidido. Definimos las variedades de neurosis por el modo de sostener el deseo: imposible en el obsesivo, insatisfecho en la histeria y prevenido en la fobia. El neurótico no es un hombre de deseo, tiene un deseo débil. El neurótico es más bien cobarde, entonces para sostenerse a nivel del deseo tiene que acentuar su insatisfacción, su imposibilidad. Para ello se sostiene también en su fantasma, para darle alguna consistencia al deseo que en el neurótico no conduce al acto; el cumplimiento del deseo, en su caso, es ilusorio: alucinatorio en el sueño, o fantaseado en otras formación del inconsciente; es decir, sostenido en el fantasma. Mientras que el acto, verdadero cumplimiento del deseo, resulta evadido por el neurótico.
El perverso sabe que la relación sexual no existe, que no hay goce sexual, que el goce sexual es asexual, y sabe cómo obtenerlo: “la instauración del valor de goce a partir de la negativización de un cierto órgano” de ese órgano, decisivo para el acto sexual, entendido en su versión copulante, el perverso pondría en evidencia su carácter accesorio. De allí que el perverso articula el fantasma en relación con el goce del acto sexual, pero justamente refutando este acto.