El Estrés - Características y Estrategias
El estrés es uno de los principales males en la actualidad. Pero debemos diferenciar entre el estrés negativo y el positivo, reconocer qué nos provoca el negativo, para luego actuar saludablemente frente a situaciones estresantes.
El estrés es un fenómeno adaptativo que contribuye a responder rápidamente a situaciones percibidas como amenazantes. Nuestro cuerpo se prepara para un sobre esfuerzo y somos capaces de procesar más información sobre el problema y actuar de forma rápida. El problema es que nuestro cuerpo tiene recursos limitados y surge el agotamiento. Aquí es cuando brotan síntomas físicos (dolor de cabeza, contracturas musculares, dolor de pecho, dolor de estómago, dificultad respiratoria, cansancio, problemas en la piel, disfunciones sexuales, etc.) y alteraciones emocionales y conductuales como: ansiedad, depresión, enojo, violencia, apatía, nerviosismo, inseguridad, alteraciones del apetito, sensibilidad, desinterés por el trabajo, baja en la eficiencia, accidentes, etc. Si el estrés se hace crónico, pueden surgir enfermedades cardíacas (hipertensión arterial, arritmias, infartos, etc.), digestivas (úlceras, colon irritable, acidez, etc.) y respiratorias (asma, etc.), entre otras.
Muchos de los malestares que padecemos están condicionados, en parte, por lo que comemos. El cerebro se alimenta del estómago. Al estresarnos, nuestro cuerpo necesita reaccionar rápidamente. ¿Por qué? Porque esta respuesta es tan antigua como las cavernas. Es una respuesta de supervivencia. Hoy en día se activa frente a nimiedades, pero el organismo sigue actuando del mismo modo (sin importar que enfrente tengamos un león o una computadora). Para esto, se segrega adrenalina y cortisol ya que nos prepara para luchar o huir. El consumo de alimentos ricos en Vitamina C (naranja, kiwi, brócoli, etc), Beta carotenos (zanahoria, frutas de color amarillo y naranja), Ácido fólico (vegetales de hojas verdes) y Zinc (carnes rojas, aves, pescados, germen de trigo, semillas de calabaza) favorecen al control químico de estas reacciones. No es cuestión de excedernos en el consumo de estos nutrientes, sino el correcto aporte de los mismos para mantener una nutrición saludable que ayuda a combatir el estrés. Más aún, si tenemos en cuenta que la alimentación es una de las actividades que se tiende desatender cuando la persona se encuentra estresada. Debemos sumar nutrientes de las Vitaminas B (levaduras, cerdo, pan integral, nuez, maní, legumbres, huevo), Vitamina E (aceite de maíz y girasol, espinaca, hojas verdes), Potasio (banana, kiwi, manzana, palta) y Magnesio (frutos secos, higos, remolacha). De esta manera logramos regular la presión sanguínea, disminuir hormonas del estrés, estabilizar el ánimo y adaptarnos satisfactoriamente a situaciones amenazantes.