El nivel de ansiedad que puede soportar el organismo humano con soltura y sin pagar el precio de efectos colaterales indeseables, es más limitado de lo que nuestra cultura, basada en la productividad, el deber,la ambición y la competencia, está dispuesta a admitir. Hemos podido creer que podemos angustiarnos y podemos aguantarnos sin que la herramienta en la que consistimos se resienta. Esta ignorancia de nuestras limitaciones (el hecho de que funcionamos óptimamente sólo con cierto grado de bienestar) es lo que fundamentalmente nos lleva desoír las señales de malestar que nuestro cuerpo emite hasta que los efectos son tan exagerados (ataques de pánico, temblores, sudores, rubor,mareos, etc.) que ya es tarde para suprimirlos de cuajo con la mera voluntad.
En los últimos años se ha puesto énfasis en el estudio de la eficacia de las intervenciones psicológicas, estableciéndose pautas rigurosas para su validación empírica que se fundamentan en el método científico. Se presenta una síntesis de cuáles son los criterios de validez y qué terapias cumplen con esos requisitos para trastornos identificables.
Están por todos lados: la dieta mágica a base de nabos, cómo conseguir pareja según los astros, ocho de cada diez odontólogos recomendando la pasta más blanca, la física cuántica como rectora de nuestro destino. Está bien: a veces -muchas veces - resulta muy sencillo identificar las afirmaciones pseudocientíficas, aquellas que son, en general, una absoluta chantada, pero se las disfraza de investigaciones serias (con nombres de doctores y universidades incluidos) para que tengan cierta pátina de credibilidad. Pero otras veces no es tan así, y se nos presentan datos, estadísticas, palabras difíciles que nos generan dudas, intrigas que nos atacan desde las pantallas de internet o, por qué no, desde los mismos diarios y revistas que usamos para informarnos. ¿Cómo decidir a quién prestarle atención, qué emisario que habla en nombre de la ciencia merece nuestra credibilidad?
Las necesidades del moderno servicio psicoterapéutico han propiciado el auge de un modelo de asesoría conductual cuyo objetivo básico es la enseñanza de estrategias preventivas y de afrontamiento autónomo de los problemas que aquejan a los clientes. El terapeuta se convierte, en este modelo, primero en un instructor puntual de potencialidades de desarrollo (estructuradas en la forma de repertorios de afronte), y luego en un supervisor ocasional de los desempeños cada vez más independientes del usuario, las técnicas que provienen de la Desensibilización Sistemática, el Recondicionamiento Encubierto, la Terapia Racional Emotiva, la Solución de Problemas, el Entrenamiento Autoinstruccional y Asertivo, aunadas a la práctica de la relajación progresiva y ciertos cambios en el estilo de vida, son los pilares del trabajo propuesto. La meta final es, en todos los casos, liberar al cliente de la dependencia típica del paciente pasivo y reactivo en la consultoría tradicional.
EMDR son las siglas en inglés cuyo significado es Desensibilización y Reprocesamiento por el Movimiento de Ojos. Es una nueva forma de psicoterapia con unos resultados sorprendentes desde las primeras semanas de tratamiento. En este artículo expongo mi experiencia personal y profesional en el conocimiento y experimentación de la terapia y de sus revolucionarios efectos.
La presente publicación pretende ser una Guía práctica para la intervención en el ámbito escolar, basada, no solo en la teoría sino sobre todo en los conocimientos prácticos adquiridos en años de trabajo del equipo de profesionales del Centro Hans Asperger de Sevilla.